CERABELLA
160 años han pasado desde que Francesca Abellá dejase su pueblo natal para trasladarse a la gran ciudad.
En el barrio del Raval, en Barcelona, montó una pequeña cerería en una época en la que la luz del sol se usaba para blanquear la cera y las velas eran las encargadas de iluminar las noches.
El uso de la bombilla eléctrica transformó la forma de entender este oficio, que tuvo que reinventarse a lo largo de las cinco generaciones que sucedieron a su fundadora.
Actualmente siguen apostando por la calidad y han convertido la fabricación de velas en una creación constante de formas, aromas, colores y usos.
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